15 enero 2009

LA JOVEN DE LA PERLA. MAURITSHUIS EN LA HAYA






Para los grandes maestros, destaca Renzi, la precisión no significa la entrega fiel de la realidad ni la adhesión a la naturaleza dada, pero la coherencia absoluta de cada elemento representado por el sistema de valores y conceptos pictóricos de estilo de cada artista.
L. Renzi




MAURITSHUIS

Es un armonioso palacio renacentista que, en sus modestas dimensiones, reúne una de las más prestigiosas colecciones de pintura del mundo. Las exactas proporciones de los dos únicos pisos, unidas a la sencillez del estilo italiano, hacen del Mauritshuis un ejemplo sin igual por su elegancia y sobriedad. Posee pocas habitaciones pero muchas obras maestras, que hacen revivir el periodo de oro de la pintura holandesa. El palacio que guarda esta espectacular colección, en verdad modesto si lo observamos, podemos darnos cuenta de hasta qué punto la sencillez es la primera virtud de los holandeses.

En 1821 se crea el Museo Real de Pintura de la Haya, es el más importante de los Países Bajos después del Rijksmuseum de Amsterdam. Ese palacio fue denominado ya en el siglo XVII, cuando construido, Mauritshuis.



La Joven de la Perla (hacia 1665)
44,5 x 39 cm.
Firmado IVMeer


Es cierto que en algunos de sus cuadros se puede encontrar la escala cromática completa; pero la forma en que aúna el amarillo limón, el azul pálido, y el gris claro es tan característica en él, como en Velázquez la armonización de negro, blanco, gris y rosa
Vincent Van Gogh


Se sabe por los documentos que Vermeer pintó más de una tronie: se trataba de un género bastante difundido que constituye una especie la de mezcla entre el retrato con disfraz y el cuadro de historia. El artista en estos cuadros retrataba a modelos vestidos con atavíos exóticos o de estilo antiguo, utilizándolos para figurar personajes históricos. En esta tipología entra también “La Joven de la Perla”, una encantadora obra denominada por algunos “ La Gioconda holandesa”.

Puede que esta representación sea un retrato. La postura de la muchacha con el exótico turbante, que mira por encima del hombro, soñadora, al espectador, está orientada en un tipo de retrato que Tiziano había iniciado con su Ariosto. El fondo casi negro, neutral, refuerza contractivamente la plasticidad del rostro –un procedimiento que ya recomendaba Leonardo-.
Es una de las obras más famosas del pintor de Delft

Vermeer pintó a una muchacha vuelta de tres cuartos, con los labios entreabiertos, un signo de que la persona –como ocurre con frecuencia en la pintura holandesa- habla al espectador, superando así ilusoriamente el límite del cuadro. La cabeza está ligeramente inclinada, despertando la sensación de que la muchacha está perdida en pensamientos soñadores; y, sin embargo, fija la mirada atenta en el espectador, y los ojos húmedos; la postura y la expresión transmiten una sensación de extraordinaria inmediatez. La modelo lleva una chaqueta amarilla, contra la que destaca el luminoso blanco del cuello de la blusa y un turbante azul del que cae una banda entonada con la chaqueta amarillo limón sobre los hombros; en la oreja luce una perla en forma de gota, de reflejos opalinos. Es posible que Vermeer pretendiera representar a una musa, pero no hay ningún atributo iconográfico que permita reconocer al personaje.

Vermeer trabaja aquí con colores simples, casi puros, reduciendo la escala de los tonos pictóricos. Las pocas superficies de color así logradas están modeladas con sombreados del mismo pigmento.
En el cuadro de Vermeer destaca especialmente la gran perla en forma de gota que cuelga de la oreja de la joven. Con sus reflejos dorados, la perla destaca contra la zona sombría del cuello de la muchacha.




Escribía el místico Francisco de Sales (1567-1622) cuya traducción holandesa fue publicada en 1616 : “ Tanto en el pasado como en el presente, era y es costumbre entre las mujeres colgarse perlas de las orejas por el placer causado, cuando las perlas tocan la piel al moverse. Pero dado que yo sé que Isaac, envió pendientes a la pura Rebeca como signo de su amor, pienso que esta joya significa en sentido espiritual que la oreja es la primera parte que un hombre quiere tener de su mujer y que la mujer debe conservar más fielmente… “.
Así pues, está bien claro que la perla del cuadro de Vermeer constituye un símbolo de castidad. Lo “oriental” a que se alude en la cita anterior está representado además en el turbante. Lo que permite suponer que el cuadro pudo haber sido pintado con motivo de la boda de esta joven. En este caso, se trataría de un retrato, impresión reforzada por el hecho de que está pintada en primer plano. Pero tal conclusión no es irrefutable…

La pintura está bastante dañada y se percibe un visible claquelado, de todos modos, se pueden apreciar las transiciones tonales del rostro y el sabio uso de barnices transparentes en la parte azul del tocado.

Un avispado coleccionista la compró en 1881 por una cifra irrisoria y en 1902 la dejó en herencia al Mauritshuis.




E. Fromentin

Les maîtres d´autrefois, 1877

Van der Meer es casi desconocido en Francia, pero como tiene ciertas dotes de observador bastante curiosas también en su país, el viaje valdría la pena para quien quisiera informarse bien sobre esta particularidad del arte holandés.